-Estoy con el agua al cuello. Lo he intentado
todo y no encuentro curro. Estoy desesperado, tía.
Mientras mojo las magdalenas en el café con leche
después de una noche gloriosa escucho los lamentos de Fernando. Está todo fatal.
-Puri, ¿me
podría quedar unos días aquí? No tengo muchos contactos en Barcelona pero por
probar no pierdo nada.
Me ha pillao en fuera de juego. Yo estaba todavía
relamiéndome de los polvazos y sin esperármelo me suelta la pregunta de marras.
Joder, una cosa es sexo y otra es la convivencia. ¿Solo unos días? No sé, se me
encienden las alarmas. Una está muy escamada…
-Si no te
va bien…
-Claro que
sí, quédate el tiempo que necesites.
Cuando acabo de pronunciar la frase me doy cuenta
de que suena muy gruesa. ¿Egoísta? ¡Me cago en la puta de oros! A vosotras os
querría ver en mi tesitura, joder, desde fuera se ven muy fáciles las cosas,
lógico, no os jugáis nada, así aconsejo yo a Dios y a su madre. Pero yo tengo
mis miedos. Fernando es un buen tío pero me da cosa que al meterlo en mi casa se excoñe todo. ¿Desconfiada? No me toquéis más los ovarios… ¡He dicho que
sí, vale!
-En cuanto
encuentre curro me instalo en otro sitio, no te creas que no me sabe mal…
-Fernando,
por favor.
-Que sí
tía, que lo entiendo, que está la cosa muy achuchá y es normal que te lo
pienses. Somos colegas, pero una
cosa es eso y otra meterme en tu casa, con Fernandito…
Se lo dice todo y me entiende. Fernando es hombre
mundo y sabe que las cosas dan muchas vueltas y que entre los dos hay química
sexual pero cruzar esa frontera es harina de otro costal.
-Una semana
máximo, si me sale bien me busco una habitación, si me sale mal me las piro.
Me parece sincero pero ya no me fío ni de mi
sombra. Está con el agua al cuello y si le sale mal, que tal como están las
cosas es lo más normal, pues no sé cómo ni adónde se va a ir. Y luego vendrá un
día más, y otro favor, y déjame veinte euros y… Coño, que me sabe fatal pensar
mal de la gente pero es que la cosa está jodía y se oye cada cosa. Una
cosa es cuando el viento va a favor y otra cuando vienen torcido. ¿No me
entendéis? Que os den por culo, ya veo que hay mucha samaritana por el mundo
pero una servidora hace tiempo que huye del agua caliente como los gatos
escaldados. Tengo que vigilar por mí y por mi criatura y no está el horno para
pegar un resbalón.
Fernando me coge la mano y me abraza. Luego baja los deditos buscando refugio por debajo de las bragas. Pero yo me he enfriado. Disimulo diciéndole que tengo que llamar a Fernandito
para ver cómo ha pasado la noche, mientras él se va a la habitación. Manolo no me coge el
teléfono, será capullo. Vuelvo a marcar, al final se pone con voz de sueño. Me
pone al aparato a mi niño y le pregunto cómo ha dormido. Escucho la puerta, Fernando
se ha marchado. Acabo la conversación con el chiquillo y corro a la habitación.
Se ha llevado el petate. Hay una nota encima de la cama.
No te preocupes, es
mejor que dejemos las cosas como están. Me gustas y no quiero estropearlo.
Me pego un lote de llorar. Soy así. Me cago en
todo, cómo me gusta el sevillano de los cojones. Esa elegancia con la que hace
las cosas hará que siempre le deje una puerta abierta.